Además de la célebre foto de 1891 en la que aparece Marcel Proust de rodillas con una raqueta de tenis en las manos como si tocara una guitarra ante la risa de sus acompañantes, otras fotos de otros tiempos abundan sobre la relación de privilegio entre este deporte y la vida social.
Hay una, por ejemplo, en la que el ex Presidente Valéry Giscard d´Estaing, el más aristocrático de los líderes franceses de los últimos sesenta años, se apresta a ejecutar un golpe rígido de derecha en Cap d´Agde, en 1985. Faltaban cuatro años de la llegada al poder de su sucesor, el socialista François Mitterrand, quien también aparece en una foto de los años cincuenta –todavía los tenistas jugaban en pantalones y zapatillas blancas—con una rodilla al nivel del suelo, intentando un golpe de revés lifteado con su mano izquierda.
Otros testimonios visuales dan cuenta de la espera paciente del servicio del contrario –raqueta en ristre, mirada atenta–, de Jacques Chaban-Delmas, ex Primer Ministro del gobierno de Georges Pompidou, quien de paso se desempeñó como jugador de dobles en las ediciones de 1956 y 1968 del torneo Roland Garros.
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